00:00 horas, 21 de enero de 2025. Base Aérea Creech, Nevada

El aire era denso y cargado en la sala de control de drones de la base aérea Creech, donde un pequeño grupo de operadores seguía atentamente las pantallas que proyectaban imágenes en vivo desde el cielo mexicano. En el centro de la sala, el comandante Mark Ellison, con el semblante grave, daba las últimas instrucciones.

“Confirmar objetivo. Procederemos en cinco minutos”, ordenó con voz firme. La operación “Missiles of Well-Being” (Misiles del Bienestar), acuñada así en un claro mensaje del presidente Donald Trump, había comenzado. El objetivo no era cualquier punto en el mapa: se trataba de un laboratorio de alta tecnología utilizado por una importante organización delincuencial mexicana para la producción de fentanilo. Durante meses, las agencias de inteligencia habían recopilado información detallada sobre el sitio, confirmando que no había civiles presentes, un detalle crucial para justificar la operación. En Washington, el presidente Trump, recién investido, y fiel a su promesa, advertida semanas atrás, observaba el desarrollo desde la Sala de Crisis. “Esta acción no es sólo una cuestión de seguridad nacional: es una declaración de fuerza contra quienes envenenan a nuestra juventud”, afirmó, mientras sus asesores asentían en silencio.

03:00 horas, 21 de enero de 2025. En algún lugar de México

Un dron Reaper, silencioso como un ave nocturna, cruzó la frontera a 40 mil pies de altura. A las 03:15, disparó dos misiles Hellfire con precisión quirúrgica. El impacto fue devastador, reduciendo el laboratorio a escombros ardientes. No hubo bajas civiles, sólo cenizas y destrucción allí donde alguna vez se había erigido una sofisticada maquinaria. Las redes sociales explotaron en minutos. Imágenes satelitales del lugar arrasado circularon acompañadas del hashtag #GuerraSinFronteras y #NoaLaIntervención. Algunos aplaudieron la acción como un golpe contundente al crimen organizado, mientras que otros condenaron la violación flagrante de la soberanía mexicana, y otros guardaron un conveniente silencio.

06:00 horas, 21 de enero de 2025. Ciudad de México

La presidenta Claudia Sheinbaum fue despertada por una llamada urgente de su secretario de Seguridad. “Señora presidenta, tenemos un incidente. Hemos confirmado lo esperado. Misiles estadounidenses han destruido un laboratorio en territorio mexicano”. La presidenta Sheinbaum, conocida por su templanza, escuchó en silencio mientras procesaba la noticia. “Convoca al Consejo Nacional de Seguridad. Esto no puede quedar así”, respondió con firmeza. La presidenta sabía que la respuesta de México debía ser estratégica. Reaccionar con emoción sólo alimentaría el discurso de los halcones en Washington. Pero tampoco podía permitirse el lujo de parecer débil.

09:00 horas, 21 de enero de 2025. Nueva York, Naciones Unidas

En una sesión de emergencia convocada por México, el embajador mexicano tomó la palabra ante el Consejo de Seguridad. “Hoy, nuestra soberanía ha sido violada por un ataque unilateral de un país que se erige como juez, jurado y verdugo. No se equivoquen: esto no es un acto de cooperación; es una agresión que establece un precedente peligroso para el mundo”. El representante de Estados Unidos, por su parte, justificó el ataque: “El objetivo era un sitio de producción de fentanilo que envenena a miles de estadounidenses cada año. La operación fue precisa, y no hubo bajas civiles”. La declaración generó un acalorado debate. Mientras algunos países, tales como Venezuela, Nicaragua y Cuba apoyaron a México, otros, como todos los miembros de la OTAN, señalaron que el narcotráfico es una amenaza global que justifica medidas extraordinarias. Rusia, por su parte, guardó silencio. Otros países, amigos de México, de forma discreta, y al oído, recomendaron al embajador mexicano ser prudente y estratégico. 

12:00 horas, 21 de enero de 2025, sitio del impacto, en México

En el lugar del impacto, peritos mexicanos recogían pruebas entre los restos calcinados del laboratorio. Aunque la operación había evitado bajas civiles, el mensaje era claro: Estados Unidos estaba dispuesto a actuar solo, con o sin la cooperación de México.
“Esto no es sólo un laboratorio destruido,” comentó un analista en televisión nacional. “Es una advertencia directa: o México intensifica su lucha contra los cárteles, o lo harán por nosotros, a su manera”.

15:00 horas, 21 de enero de 2025. Palacio Nacional, Ciudad de México

La presidenta Sheinbaum, con vestimenta formal, en la que resalta el color blanco —probablemente enviando un mensaje entre líneas— se dirigió a la nación. “Este ataque no será tolerado. Aunque condenamos las acciones criminales en todas sus formas, México no aceptará que otro país actúe unilateralmente en nuestro territorio. Exigimos una disculpa formal y el cese inmediato de estas operaciones”. Sin embargo, en privado, Sheinbaum y su gabinete discutían una estrategia más pragmática. La presión internacional era enorme, pero también lo era el riesgo de escalar el conflicto con Estados Unidos, a niveles de carácter económico, con la renegociación del T-MEC en puerta.

18:00 horas, 21 de enero de 2025. Washington, D.C.

En la Casa Blanca, el presidente Trump dio un discurso televisado, declarando la operación como un éxito rotundo. “Hoy enviamos un mensaje claro a las organizaciones criminales: no hay lugar donde puedan esconderse. No descansaremos hasta erradicar esta plaga”.

Mientras tanto, los asesores del presidente Trump analizaban la respuesta mexicana. Sabían que, aunque Sheinbaum condenaba públicamente el ataque, las conversaciones diplomáticas detrás de escena serían cruciales para evitar que la relación bilateral se rompiera.

21:00 horas, 21 de enero de 2025. Ciudad de México

Protestas se extendían por las principales ciudades de México. Aunque muchos ciudadanos condenaban la injerencia estadounidense, otros criticaban al gobierno por no tomar medidas más contundentes contra las organizaciones criminales. La presidenta Sheinbaum, desde su oficina, observaba las imágenes de las manifestaciones. “Es un momento crítico. Nuestra respuesta definirá cómo nos perciben dentro y fuera de nuestras fronteras,” dijo a sus asesores más cercanos.

00:00 horas, 22 de enero de 2025

La operación había terminado, pero sus repercusiones apenas comenzaban. Mientras los restos del laboratorio seguían humeando, México enfrentaba un dilema histórico: cómo mantener su soberanía sin comprometer la seguridad de sus ciudadanos, cómo luchar contra las organizaciones criminales sin ceder al intervencionismo. Así comenzó una nueva etapa en la relación entre México y Estados Unidos, marcada no sólo por la operación “Misiles del Bienestar,” sino por una creciente tensión entre cooperación y confrontación, soberanía y seguridad, palabras que, desde esa noche, nunca volverían a significar lo mismo. La presidenta Sheinbaum, con su estilo sobrio y estratégico, lo sabe, y tiene claro que, a partir de hoy, muchas de sus decisiones realmente serán tomadas en solitario.

Nos leemos el próximo domingo. Mientras tanto, y esperando que esta historia de ficción basada en hechos reales no se concrete jamás, te espero en X, como @enrique_pons.

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